sábado, 18 de junio de 2011

Primer relato ganador de los concursos de la Biblioteca

LA MISTERIOSA ISLA INDIA
De Rafael Rojas, 4º B


Érase una vez un chaval de unos 14 años que vivía en una pequeña casa con su familia en Madrid. Un día, Miguel estaba sentado en la puerta de casa esperando el correo, cuando llegó el cartero y le dió el correo. Miguel estaba esperando a que hubiera algo que no sean ni facturas ni publicidad. Empezó a buscar y encontró un sobre misterioso, lo abrió y ponía: Invitación para un crucero por el océano Atlántico. Se puso contentísimo y rápidamente se lo comunicó a sus padres. Luego leyeron la carta que decía: El sábado 22 de abril a las 20.00 horas, en la costa de Lisboa.
Ese día allí estuvieron, en el puerto, por el barco preguntaron en la cabina de información y le dijo el señor: Ése barco llamado el Tritonius III está en la parte norte del puerto y zarpará enseguida. Y se fueron corriendo. Cuando llegaron, el capitán les pidió la invitación. Cuando entraron había un montón de gente. De repente, un tripulante se les acercó y les entregó las llaves de su habitación. Era la 177. Cuando fueron, en la habitación había dos camas, un sofá con televisión y algunas cosas más.
Pero esa noche hubo una gran tormenta. Y mientras todos dormían, la proa del barco se rompió y el barco se hundió. Cuando Miguel se despertó, estaba en una jaula de hierro, vió a unos indios que iban vestidos con pieles de animales y hojas y que tenían unas lanzas con la punta de piedra muy afilada. Le dijeron que esta noche dormiría en un pozo y que, a la mañana siguiente, sería ahorcado. Esa noche, en vez de dormir, estuvo pensando un plan para escapar. Y de repente vió que en una esquina del pozo había una liana y la cogió. Después, la lanzó y se quedó enganchada en los barrotes que había arriba. Entonces puso una piedra encima de la liana y empezó a escalar. Cuando llegó a los barrotes cogió una navaja y empezó a cortar. Cuando por fin consiguió salir, construyó una balsa de madera y empezó a navegar sin rumbo. Al cabo de tres días llegó a una playa de Argentina y cogió un avión a España.
Cuando se encontró con su familia todos se alegraron mucho y Miguel vivió feliz para siempre.

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